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Formas de socialización y clasificación de la diversidad en la escuela

Rut Barranco Barroso

Universidad de Castilla-La Mancha/ Grupo GIES

Roberto Moreno López

Universidad de Castilla-La Mancha/ Grupo GIES

Marta Venceslao Pueyo

Universidad de Barcelona

RESUMO

El presente texto plantea cuestiones vinculadas con las formas de construcción de la identidad en educación. Para abordarlo, apostamos por una lectura educativa del tema a partir de tres grandes autores: Durkeim, Geerzt y Corcuff. Autores que, desde distintas perspectivas, han tratado el concepto de la socialización y construcción de la identidad (subjetiva o asignada).

El pensar la diversidad y las acciones educativas que de ahí se derivan, es a día de hoy, una de las cuestiones más debatidas y que más controversias suscita en el sistema educativo. Las aportaciones realizadas por estos autores son, en muchos casos, tomadas como argumentos para decidir qué hacer o no hacer, qué permitir o prohibir, enseñar o silenciar en la escuela de hoy.

Aunque en la institución educativa impera el pensamiento de Geerzt (al menos en apariencia), las actuaciones del día a día, podríamos interpretarlas según el modelo durkheimiano. Es, desde esta contradicción, que intentamos confrontar las ideas de estos autores (apoyándonos también en las aportaciones de Corcuff) y tomando la idea de socialización como eje central de este texto.

Palavras-chave: socialización, diversidad, identidad y escuela.

ABSTRACT

The present text raises questions related to the forms of construction of identity in education. In order to address it, we rely on an educational reading of the theme from three major authors: Durkheim, Geerzt and Corcuff, authors who, from different perspectives, have dealt with the concept of socialization and identity construction (subjective or assigned).

Thinking about the diversity and the educational actions that derive from it, nowadays, is one of the most debated issues and the most succinct controversies in the education system. The contributions made by these authors are, in many cases, taken as arguments to decide what to do or not do, what to allow or prohibit, teach or silence in today's school.

Although in the educational institution, the thought of Geerzt prevails (at least in appearance), the day-to-day performances could be interpret according to the Durkheim’s model. It is, from this contradiction, that we try to confront the ideas of these authors (also relying on the contributions of Corcuff) and taking the idea of socialization as the central axis of this text.

Keywords: socialization, diversity, identity and school

1. INTRODUÇÃO

A lo largo del texto nos replanteamos el concepto de socialización, vinculado a la cuestión de las identidades, la diversidad y las formas de construcción de la identidad en educación. Para abordarlo, nos planteamos pensar educativamente este tema a partir de tres autores: Durkheim, Corcuff y Geerzt, que desde perspectivas distintas han tratado el concepto de socialización y la construcción de la identidad  

Ya que en tanto que educadores nos ocupamos de la socialización y la sociabilidad de las personas, proponemos partir de la idea de cómo en el campo educativo pensamos (al menos en apariencia) como Geerzt, pero actuamos según el modelo durkheimiano. Es, desde esa contradicción, desde donde tratamos de confrontar las aportaciones de estos autores, apoyándonos en la socialización como cimiento de este artículo. Tratando de articular las aportaciones de Durkheim y Geertz en relación a la construcción de las identidades, encargo que consideramos crucial para resolver muchos de los dilemas que se plantea la escuela de hoy.

2. LA SOCIALIZACIÓN Y SUS DIVERSIDADES

La socialización puede pensarse como esa labor humana que nos remite al proceso de individuación y construcción de la identidad en contacto con un mundo “exterior” y que definiríamos como el conjunto de procesos, que forman ese largo y lento aprendizaje, por el cual cada uno se convierte en miembro efectivo de su sociedad. Para comenzar, realizamos una breve aproximación teórica a los conceptos de individuo, sociedad y cultura en Durkheim y Geertz, permitiéndonos de esta forma analizar las relaciones del ser humano con la sociedad y la cultura. 

 La socialización se ha entendido, y se entiende por lo común, como aquel proceso por el cual un individuo se construye y desarrolla en tanto que sujeto de la sociedad de la que forma parte. La socialización implica la interiorización de pautas culturales, quedando ésta marcada claramente por su sentido adaptativo. Para Durkheim, la sociedad es una realidad objetiva construida desde hechos objetivables. Los hechos sociales existen más allá de los individuos que los conforman, y constituyen estructuras fijas y estables. De hecho, el mismo autor, definió la educación como un proceso de socialización, señalando que: “toda educación consiste en un esfuerzo continuo por imponer al niño formas de ver, de sentir y de actuar a los cuales no llegaría espontáneamente(Durkheim,1997, p.43).

Para Durkheim, educar era preparar para la vida social y el ejercicio de la ciudadanía, y constituía una serie de aprendizajes que, aunque impuestos a los individuos mediante diversos mecanismos de “coacción”, suponían también la posibilidad de realización de su propia autonomía. El autor consideraba que la incorporación a la sociedad, la aceptación de sus leyes y normas partía de una base racional que era la que en realidad posibilitaba la construcción de la individualidad (Marí, 2005, p.12).

Por ello argumentaba que:

El individuo, al optar por la sociedad, opta a la vez por sí mismo. La acción que ejerce sobre él, especialmente a través de la educación, no tiene en absoluto por objeto y efecto el de constreñirlo, disminuirlo y desnaturalizarlo, sino, muy al contrario, el de ensalzarlo y de convertirlo en un ser verdaderamente humano (Durkheim,1997, p.60).

Para el autor, aquello que nos caracteriza como especie es la capacidad de sociabilidad, y en este sentido, la única forma de devenir plenamente humanos es a través del “sometimiento” a las reglas sociales y a las pautas culturales del grupo, aunque éste se realice, mediante cierto control social. Recordemos que para Durkheim “la educación tiene justamente por objeto constituir al ser social” (1997, p.44).

Tampoco debemos olvidar la idea de que la socialización está determinada por un contexto histórico y cultural específico, y por los grupos concretos que los conforman. La educación como proceso de socialización debe ayudarnos a generar un sentido de pertenencia y vinculación al grupo, favorecer la interiorización de las normas, pautas y valores y posibilitar la articulación en los diversos lugares sociales que ocupamos. Los hechos sociales son esos fenómenos que aprehendemos en ese proceso.

Si los hechos sociales son considerados objetivos, la transmisión de la cultura y de lo social se llevará a cabo mediante un proceso básicamente adaptativo y de acomodación a lo socialmente instituido. Reduciéndose el mismo, a un procedimiento unidireccional, donde el hecho social puede imponerse a los individuos. Según el propio Durkheim:

Un hecho social es toda manera de hacer, establecida o no, susceptible de ejercer sobre el individuo una coacción exterior; o también, el que es general en la extensión de una sociedad determinada teniendo al mismo tiempo una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales (1997, p.52).

Al definir el hecho social, el autor deja en el olvido la diversidad cultural, reduciendo la educación a un mero proceso unidireccional, donde la socialización queda marcada, por la  construcción de identidades desde los hechos sociales. El poder que se ejerce en la escuela, se torna como un bien necesario, y no un sistema de dominación o reproducción de las desigualdades sociales. Es, desde esta perspectiva, desde la que se construye la escuela, y desde la que a pesar de los aparentes cambios en los lenguajes, se sigue construyendo. 

Si bien es cierto, que en los últimos años (al menos a nivel de la formulación de políticas), se está reclamando una escuela que permita habitar a la diversidad y la pluralidad cultural, el discurso no ha calado intramuros.

Corcuff (1998) a través de las aportaciones de Geertz, Berger y Luckman, Elías, o Bourdieu, nos permite pensar la cuestión del poder y las relaciones desiguales en los hechos sociales. A partir de esta primera idea de “adaptación e interiorización de la sociedad”, la mayor parte de teorías sociológicas posteriores, han reflejado que la socialización implicaría tanto procesos de aculturación adaptativa como de personalización o de confrontación con lo dado.

La socialización no puede reducirse a la adaptación al mundo y a la época concreta en la que nacemos si empezamos a pensarla desde la noción de identidad. Porque no podremos construir la idea, más o menos explícita, de aquello que habremos de ser en un futuro, una vez alcanzada la vida adulta. De ahí, la idea de pensar y confrontar el modelo de Durkheim con otros autores.

Tal y como señala Corcuff (1998) al explicar las diferentes teorías sociales, y, desde un punto de vista educativo, Durkheim se asemeja a otras corrientes educativas como la de Elías (1987) en referencia al proceso de civilización. Este es, también en cierto modo, unidireccional y paralelo al proceso de socialización, tal y como podemos observar en sus palabras: “y quien quiera vivir en la estela de esta situación social, ya sea inglés, prusiano o francés, ha de orientar su gusto siempre en el mismo sentido” (Elías, 1987, p.67).

Desde la idea de socialización que venimos abordando, las aportaciones de Elías siguen marcando unos procesos externos al individuo, que poco a poco, le van conformando. Para este autor, el proceso de civilización supone una transformación del comportamiento y de la sensibilidad en una dirección determinada. Sin embargo, debemos poner de relieve, que introduce dos nociones cruciales desde el punto de vista educativo: la idea de reciprocidad y la de interdependencia. Aunque para Elías, estos conceptos no implican igualdad, son centrales en los procesos de socialización. Ya que como señalan Berger y Luckmann (1995) la educación y la sociabilidad que esta construye como un proceso de enseñanza-aprendizaje, no pueden darse de una forma unidireccional. No obstante, la educación es y sigue siendo durkheimiana, aunque se siente cómoda con Elías, porque necesariamente, sobre todo en los procesos de socialización primaria en la infancia, supone la inmersión en la sociedad, la interiorización cultural de sus estructuras, lenguajes y normas y el aprendizaje de sus pautas de relación y comunicación. Es por esa razón que consideramos  que a la educación le cuesta tanto la pluralidad, ya que integrarla significa socavar sus propios parámetros de integración como condición de la participación en la sociedad y del ejercicio de la ciudadanía.

Además el collage cultural- por utilizar la expresión de Geertz en “Los usos de la diversidad”- en el que se han convertido nuestra sociedad actual, aumenta las distancias ante la identificación con “nosotros los civilizados” que la escuela a día de hoy se empeña en mantener, lo que nos lleva a problematizar la cuestión del relativismo en la educación.

3. CULTURA, DIFERENCIA Y SOCIEDAD. ¿PUEDE SER LA EDUCACIÓN

RELATIVISTA?

Teniendo en cuenta las aportaciones de Corcuff (1998) fijamos la mirada en los conceptos de Bordieu (1996) de habitus y  campo, dado que representan el proceso mediante el cual interiorizamos- pero no sólo de manera cognitiva, sino también en las disposiciones corporales y en la construcción de la propia subjetividad- nuestra forma particular de estar en el mundo.

Para Bourdieu (1996), estas formas conforman un sistema de dominación y reproducción difíciles de de-construir, lo que puede que determine la fuerza de la educación, al imprimir en cada individuo formas sociales que son asimiladas por los sujetos de educación como “naturales”.

La forma en que se exterioriza como propio aquello que fue previamente interiorizado (aunque esto también incluya las resistencias y las luchas que conforman la vida social), explicaría las formas de dominación asumidas y legitimadas en los procesos educativos de socialización. La sociología de Bourdieu, tal y como señala Corcuff (1998) es una sociología de la acción, crítica con el intelectualismo vertical y con el objetivismo que se presupone a los que se sitúan fuera de la acción. De ahí, que la aplicación educativa de las ideas del autor pase por construir modelos teóricos y prácticas desde la investigaciónacción participativa. De hecho, son modelos que calaron muy bien en los discursos pedagógicos y en las investigaciones, y no tanto en las prácticas educativas cotidianas, que parecen permanecer impertérritas al carácter arbitrario de sus contenidos y normas.

Algo que, sin duda, nos lleva a introducir en el análisis educativo que estamos realizando la cuestión de la cultura desde la mirada de Geertz, y los procesos de socialización desarrollados por Berger y Luckmann. Estos autores introducen un nuevo giro a las relaciones cotidianas y al estudio de los individuos en las mismas. Partiendo de que la socialización para Berger y Luckmann (1995) supone tanto un proceso de interiorización de las estructuras como su transformación, se nos invita a superar modelos demasiado racionalistas, funcionalistas o puramente estructurales.  El individuo no nace como miembro de una sociedad: nace con una predisposición a la sociabilidad, y luego llega ser miembro de la sociedad. Sin olvidar, que en este devenir se comprenden los procesos subjetivos de los otros. Tal y como señala Corcuff (1998), poco a poco, se van incorporando a su teoría el pluralismo y la diversidad de las realidades e identidades, implicando a su vez un posicionamiento ético. 

Para Berger y Luckmann (1995), la socialización es un devenir en el que se construye el “yo”, pero como “identidad reflejada”, es decir, como interiorización de los otros significativos y de la relación con ellos, con sus contenidos y narraciones sobre el mundo y sobre él. Estos autores distinguieron varios “momentos” en dicho proceso, siendo el primero de ellos el de internalización, que no representa un proceso autónomo de los individuos, sino que significa asumir la sociedad que les antecede a través de:

  • La comprensión del otro y del medio social;
  • Compartir el tiempo con ese otro, en el que las situaciones que se producen se tornan significativas para el individuo;
  • Establecer reciprocidad con ese otro;
  • La identificación, que surge de ese compartir y de la identificación mutua en el proceso.Tal y como señala Corcuff (1998), será la etnometodología la que permitirá introducir en el estudio de los hechos sociales esas relaciones, en la medida en que transforman o impactan en las propias estructuras de las instituciones sociales. Empezando así a dar cabida dentro de los procesos de socialización a la construcción de identidades. Abandonando la idea de que el sujeto de educación es una mera “caja vacía”, que se limita a integrar aquello que desde el exterior le viene dado, acorde al contexto en el que se encuentra inmerso.Si la educación es entendida como la acción social destinada a la transmisión de la cultura y los significados compartidos de una sociedad, así como sus valores, ¿cómo puede dar cabida la escuela a la diversidad? Quizás, asumiendo desde las prácticas, y no únicamente desde los discursos políticos e institucionales, las tesis de la Antropología y del relativismo cultural, podremos revisar los postulados etnocéntricos del sistema educativo, buscando y generando espacios, donde las diversidades tengan cabida.El discurso intercultural analiza la progresiva importancia que la identidad y la pertenencia cultural tienen en los procesos de socialización actuales y el hecho de que la educación, en tanto que acción socializadora, no puede dejar al margen las dinámicas identitarias que subyacen en el desarrollo de la individualidad. En este sentido, dichos discursos analizan la manera en que las personas aprenden e interiorizan determinadas formas de identidad (cultural, de género, de edad, de estatus y lugar, entre otras) a través de la educación. Así el desarrollo de la sociabilidad está atravesado por relaciones de poder que configuran la experiencia individual y colectiva de la identidad. Lo que dichas teorías vienen a decir es que la mirada del que narra al otro, la construcción social de las identidades y su reconocimiento o estigmatización, constituyen una experiencia de sociabilidad que afecta y determina la identidad, las formas de relación y las posibilidades de desarrollo y construcción del sentido de pertenencia social. Lo que vendrá a hacer Geertz (1996) es dar cuenta de dichas dinámicas, incidiendo en la idea de que las instituciones sociales no pueden obviar ya la pluralidad del mundo. Además, destaca las contribuciones que las investigaciones antropológicas aportan en relación al cuestionamiento de los discursos occidentales dominantes.El análisis de la identidad desde la pertenencia cultural entendida como exclusiva y homogénea supone reducir a los individuos a identidades previsibles y cerradas, y negar la multiplicidad y el carácter inacabado de todo proceso de socialización. De eso se acusa a las tesis relativistas, pero Geertz nos plantea justo lo contrario.
  • El autor expone cómo asumir la radicalidad de las diferencias y los relatos de la diversidad, significa, al menos en los contextos educativos, renunciar a su identidad esencial: la de igualar socialmente a los individuos, la de aglutinar a las personas en torno a unos principios generales válidos para todos, más allá de sus diferencias. Aunque cabe destacar que para “el relativismo no supone ni una reducción provinciana a lo propio, ni una renuncia a posiciones éticas en las que todo valdría” (Geertz,1996, p.100).
  • Aunque es cierto que la escuela ha ido introduciendo en sus discursos pedagógicos las tesis relativistas, también lo es que no ha identificado la diversidad más que a partir de los procesos migratorios de los últimos decenios, esencializando, en muchas ocasiones la diversidad cultural.
  • Es en esta línea, donde Berger y Luckman (1995), entendieron la socialización como un proceso dialéctico, en el que es importante analizar, además de la interiorización de la sociedad por parte de los individuos, las formas de legitimación ideológica e institucional que esa sociedad genera.
  • Para los autores, alguien deviene miembro de la sociedad cuando ha completado el proceso de esos cuatro momentos. Sin embargo, aunque los autores introducen la dimensión relacional desde la que lo social es construido, estas relaciones parecen darse en contextos definidos y estables que no son modificados o afectados por los procesos de relación.

4. CONSIDERACIONES FINALES: LA NECESARIA ARTICULACIÓN DE DURKHEIM Y GEERTZ EN LA CONSTRUCCIÓN DE LAS IDENTIDADES

Desde el inicio del texto nos hemos interrogado acerca de cómo puede la educación, siendo una institución durkheimiana, incorporar en sus prácticas la pluralidad; es decir, la relatividad de las formas culturales. La escuela se enfrenta al reto de pensar lo múltiple como lugar de identidades sin que ello suponga cerrar los procesos a dichas categorías. Pensamos que lo múltiple como lugar de las identidades supone no cerrar los procesos educativos a categorías más o menos coherentes de lo cultural, ni tampoco pensar que es a partir de ellas que podemos trabajar y desarrollar nuestra práctica educativa. La identificación entre las nociones de identidad y cultura constituye un riesgo para la educación, ya que implica el peligro de desarrollar una caricatura estereotipada del otro. Este tipo de construcción sobre las identidades, basada en la idea de la diferencia múltiple y abierta a las distintas relaciones y situaciones sociales, nos ofrece la posibilidad de construir una educación para la sociabilidad que se torna necesaria en la sociedad actual.

Sabemos que la escuela es una institución muy resistente a los cambios, de ahí que se muestre, aún a día de hoy, muy reacia a pensar la diversidad intramuros y a modificar sus objetivos de asimilación e integración (en el sentido apuntado por Durkheim) como última finalidad de la educación. Por ello, entender la educación como socialización implica reconocer el legado de Durkheim, pero al mismo tiempo dar cuenta, de las particularidades y de lo múltiple en el seno de la acción educativa, tal y como apunta Geertz. Pensar una educación que no quede reducida al lugar social normalizado de los individuos en su futuro inmediato, ni pensada tan sólo a partir de categorías de la cultura encerradas en su exotismo (como identidad) o su universalidad (como única manifestación de lo cultural). 

La articulación de Durkheim y Geertz en la construcción de las identidades pasa por pensar la escuela y pensarnos a nosotros mismos, ensanchar la mirada y dejar de contemplar al otro desde una selección de características culturales siempre precarias, que justifiquen pensar a ese otro distinto desde el sesgo de lo que es semejante. Pero también pasa por responder a los retos que la interculturalidad nos marca y apostar por la construcción de una cultura de la participación donde todas y todos tengamos palabra.

REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Berger, P.L., y Luckmann, T. (1995). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrotu editores. 

Bourdieu, P y Passeron, J-C. (1996): La reproducción: elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Barcelona: Editorial Laia.

Corcuff, Ph. (1998). Las nuevas sociologías. Construcciones de la realidad social. Madrid: Alianza Editorial.

Durkheim, É. (1997). Las reglas del método sociológico y otros escritos. Madrid: Alianza Editorial. .

Elias, N. (1987). El proceso de la civilización: investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. México: Fondo de Cultura Económica

Geertz, C. (1996). Los usos de la diversidad. Barcelona: Paidós – ICE-UAB. 

Marí, R. (2005). Diversidad, Identidades y Ciudadanías: La Educación Social como cultura ciudadana. Valencia: Nau LLibres